El Mercado de Hacienda* por Mariano De Feo
El mercado de Liniers, que como todos sabemos está ubicado en Mataderos, es nuevamente el eje de conflictos diversos. La historia y la coyuntura lo convierten en centro de un conflicto que reconoce diversos matices.

El aumento casi arbitrario del precio de la carne, la especulación de productores, consignatarios y grandes cadenas de comercialización minorista, una concesión vencida para el uso del predio que ocupa y la imagen de los reseros movilizados en defensa de sus derechos laborales, confluyen en un concierto caótico como particular.
Un mercado que funciona, aún cuando está prohibido el ingreso a la ciudad de ganado en pie de acuerdo a la Ley Nº 622-CABA-2002 y para el cual, el Secretario de Agricultura de la Nación aspira a otorgar por sí, una prórroga del convenio por el predio en forma inconsulta con los Organismos del Gobierno de la Ciudad, no obstante que el Artículo Nº 8 del Convenio Nº 32/2002 aprobado por Ley 932-CABA-2002 (que fuera suscripto por los entonces Secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos y el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Don Haroldo Lebed y Dr. Aníbal Ibarra) dispone que el vencimiento de los dos años de prórroga y del año de ampliación (el convenio fue firmado el 5 de septiembre de 2002) “…las operaciones del Mercado cesarán indefectiblemente en su actual emplazamiento”.
Todas ellas son manifestaciones que, en definitiva, exponen una desconsideración mayúscula con el vecino de nuestra ciudad, especialmente de aquellos que viven en el Barrio de Mataderos, prisioneros entre otros temas, de tener que soportar el vuelco en sus desagües con destino al entubado del Arroyo Cildañes, de todo el desperdicio contaminante que generan los inimputables animales, máxime en momentos en que tratamos de mostrar una mayor conciencia ecológica (resultando un contrasentido con el reclamo efectuado a nuestros vecinos uruguayos y un justificativo para que los ambientalistas sitien la zona no con poca razón).
Es tiempo de recuperar para la ciudad ese predio. Es tiempo que en definitiva, tenga mayor peso el interés común por sobre el de algunos sectores con intereses corporativos y para los cuales el derecho de las mayorías carece de todo valor. Lo cierto es que no debería existir una contraposición de intereses entre la cuota Hilton y los derechos a la alimentación y una mejor calidad de vida para el ciudadano común. No debería existir en el éjido de la ciudad, un mercado concentrador como el de Liniers, que además de ser el más grande del mundo, representa el ingreso a la ciudad de aproximadamente 2.300 camiones cargando 20 Tn. de carne cada uno, durante cuatro de los siete días de la semana.
Transporte
El tránsito en la ciudad “un desafío de este tiempo"

Mientras científicos e investigadores luchan día a día para darnos una mejor calidad y longevidad a nuestra vida, nosotros, porteños y bonaerenses que a diario transitamos por nuestra querida ciudad de Buenos Aires, dejamos en ella parte de la misma traducida en horas y minutos al servicio de cortes, embotellamientos, piquetes, incumplimiento de los servicios de transporte, etc.
Si pudiéramos medir de algún modo todo ese tiempo derrochado y le sumáramos estrés, broncas, malasangres, perdidas de dinero y todo una catarata de perjuicios que sufrimos a diario, nos pondríamos a pensar, cuanto mas inteligente sería que dejáramos que la medicina continúe avanzando, mientras nos prodigamos en nuestro breve paso por el mundo un mejor aprovechamiento del tiempo.
Si pensamos muchas veces, sobre todo en esos momentos de resignación ante el caos vehicular, que el problema es casi insolucionable y que lo mejor sería irse a vivir a un pueblito tranquilo del interior, muchas otros reaccionamos con orgullo indisimulado de porteños y lanzamos una idea brillante que inmediata y mágicamente traerá alivio y descomprimirá la situación.
De esas ideas brillantes hubo muchas y con suerte diversa y la conclusión final, es que en ese amplio espectro que desde el autoritarismo de prohibir o restringir el ingreso de vehículos a la amable invitación a compartir nuestro auto a vecinos, allegados, etc., pasando por líneas que delimitan el carril del transporte público, no han resuelto el meollo de la cuestión y lo que es peor observamos impávidos como además del tiempo perdido y otras vicisitudes, leemos alarmados e inmóviles estadísticas sobre muertes e incapacidades producidas en accidentes de tránsito.
He hasta allí el problema, del que se podría seguir escribiendo hasta el cansancio. Busquemos entonces el culpable o responsable de su falta de solución y nos encontraremos de inmediato con el acusado, que no será otro que un estado incapaz de generar políticas serias y coherentes. Más proclive a los parches y a medidas efectistas, que ha generar consensos con intervención del sinnúmero de actores que participan y mas permisivo e inclinado a generar nuevas normas de ordenamiento, que a hacer cumplir minimamente las existentes o en todo caso, hacerlo sólo con un fin recaudador.
Ahora bien, creer que es el estado el único culpable y lavar nuestras culpas en él sin hacernos cargo de las propias, que son por todos conocidas y que no vale aquí reiterar, nos conducirá a un nuevo fracaso.
Cual sería entonces el camino a emprender y aquí debe hacerse la primera gran definición. Si queremos reducir sensiblemente la cantidad de automóviles que a diario transitan o ingresan a la ciudad, debemos mejorar también sensiblemente los servicios públicos de transporte. Si queremos desalentar el uso de los vehículos particulares, ofrezcamos a la gente un servicio de transporte eficiente, seguro, limpio y moderno que haga sentir que dejar el confort de nuestro auto, se encuentra compensado con otro confort mas austero, pero que a la vez nos libera del estrés de manejar y nos permite dedicar nuestro viaje a pensar, leer, escuchar música, charlar con muchísima menos presión y responsabilidad.
Como se llega a ésta por ahora utopía. En primer lugar y como ha ocurrido en otros temas, entender que el tránsito en la ciudad de Buenos Aires lo generan los porteños, pero además, miles y miles de hermanos del Gran Buenos Aires que a diario transitan por distintos motivos la ciudad. Comprendido eso, es indudable que para considerar el tema, deben estar en al misma mesa, funcionarios del Estado Nacional por ser responsables del transporte y las rutas, de la Provincia de Buenos Aires por lo antedicho y de la propia Ciudad. Su forma de integrarse será la de un Ente o cualquier otra forma jurídica que se convenga y su tarea y responsabilidad será la de acordar, consensuar y proveer a los organismos ejecutivos y legislativos, de una política integral de mejoramiento del tránsito y transporte en la ciudad, sin intereses sectoriales o mezquinos, que sea capaz de perdurar en el tiempo mas allá del color político de las administraciones.
Ese es el desafío en éste tema de nuestra clase dirigente. El del ciudadano, será el hurgar antes de votar quien lleva en su plataforma el compromiso de obrar en consecuencia, por el beneficio de todos.
Si creemos que nuestra vida lo merece, aceptemos el desafío y reclamemos desde el lugar de cada uno, para que el problema comience a encaminarse. Si no lo hacemos no nos quejemos y sentémonos a esperar, como en la “Autopista del Sur” del cuento de Julio Cortazar.
*Licenciado en Cs. de la Comunicación, miembro de Espacio Plaza